Los violinistas gitanos de la música Zíngara

Sobre su estilo y su técnica

Elena Rodríguez Oubiña

Esmuc


Cuando ya se empezaban a construir los primeros violines empezaron a surgir los primeros grupos de músicos profesionales que provenían de Hungría (mencionados en un documento del rey Segismundo fechado en 1423) con un inconfundible exotismo y virtuosismo.

Serían estos músicos gitanos procedentes de la India del Norte que habrían llegado a Europa a principios del siglo XV y de los cuales se tendrían registro un siglo después y que protagonizaron en el continente europeo el desarrollo de nuevos tipos de música orientados al baile y la danza y dirigidos al patronazgo de las clases altas como en las «courante», «sarabande», «polonica», mas no será lo único que aportarían a la música instrumental.

La música Zíngara no está vinculada a ningún folclore , si no, que va de la mano de estos grupos que de forma profesional en las aldeas, en las cortes o en las ciudades húngaras, tocando en bodas, funerales y otros festejos. Se desvincula así el folclore húngaro y se habla del legado de esta música con sus escalas, ritmos y formas musicales de fuerte influencia oriental.

Aquí destaca la figura del prímás el cual lidera el grupo y lleva el directo que en este caso lleva la voz principal con una «nóta» húngara que no es tradicional sino una composición reciente como explica en la descripción del vídeo.

Los grupos de músicos profesionales recorrerían toda Europa adoptando los rasgos esenciales de la música autóctona de cada lugar a través de su gran idiosincrasia. Esto sucedía cuando migraban a las diferentes aldeas era costumbre pedir a los músicos que tocaran algo de su folklore que debían aprender de oído y montarla sobre la marcha. De este modo se fueron implementando a elementos musicales de otros lugares y adaptándolas a su estilo. Resultó, de esta manera, en la creación del flamenco junto al folklore andaluz y de la música de los Balcanes que a su resurgimiento reciente a finales del siglo XX.

Así fue ocurriendo también con estilos inventados en otros continentes con el jazz y el rock en el siglo XX siempre sobre sustrato folclórico. En los siguientes vídeos vemos a varios violinistas, dos de ellos violinistas húngaros, Roby Lakatos y Berki Béla, interpretando de solista Czardas, la cual es una pieza que deriva del <verbunkos> gitano, en los que haré un desglose de su estilo y más tarde, su técnica.

Roby Lakatos con Dimiter Tchernookov, concertino de la Gelders Orkest.

A ojos de un intérprete sujeto al cerco estilístico de la música clásica, su estilo no sacrifica el espíritu propio suyo para el gozo de la música que interpretan por lo que se permiten aportar su manera a través de la improvisación y aumentar la pieza según las necesidades del prímás que dirige el conjunto.

Aunque toquen piezas que son incluidas dentro del repertorio clásico, su estilo integra elementos que recuerdan a la música «popular», en el sentido de la fama de una persona o cosa, ya que la música zíngara no se sujeta a una sola zona y está presente en varias culturas. Por la contra, en la música clásica se cierra a lo que se escribió en la partitura como el único parámetro para tener en cuenta a la hora de construir la interpretación válida, despojando de la individualidad del intérprete.

Entre ellos se intercalan los temas, tocan juntos y llegan a las improvisaciones. Los dos tienen su tiempo y su turno para dar con sus capacidades improvisativas. El concertino, músico clásico, comienza el primero y cuyo material incide en piezas preexistentes, obviamente en el contexto en el que se está es bien recibido. Después, Roby, dentro del marco del Czardas al recordar temas o insinuar el contorno de la melodía de la pieza, ejecuta diversos formatos de escalas, glissandos y efectos con su laxo virtuosismo.

Aunque se concluye que ambos violinistas son a la par, solo uno de ellos consigue el efecto de sobreponerse ante el violín y no vivir a su sombra, exaltar su individualidad por encima de los horizontes de la técnica académica.

Berki Béla toca Czardas en 2009 con la 100 VIOLIN’ S BUDAPEST GYPSY SYMPHONY ORCHESTRA

En el siguiente vídeo establezco como observaciones comunes la utilización de los siguientes recursos: Los pasajes muy agudos, los cuales están siempre conectados por gestos de subir y bajar por arpegios, o escalas diatónicas con diversos golpes de arco o cromáticas con un solo dedo, o motivos melódicos. Los glissandos, algunos que fluyen hacia registros altos, facilitando y haciendo más expresivo el intervalo, a veces con la adición del vibrato. Cuando hay repetición de nota, la aprovechan en una cuerda más grave cuyo timbre es más cálido que la anterior llegando a la misma nota con un glissando pequeño. También utilizan el portamento que es parecido a lo mencionado anteriormente pero con la diferencia que no ha de ser tan largo, llamativo y pasar por varios tonos para llegar a la nota deseada.

Su forma de pasar el arco es fluido y ágil, una característica que comparo con el violinista clásico, que usa la combinación de la presión controlada con la velocidad moderada para articular, prolongar y terminar las notas con exactitud y con el objetivo de que se oiga las notas reales de cada pasaje como demostración de virtuosismo. No es lo que se premia en sus interpretaciones, ya que por objetivo sonoro tienen la expresión por encima de la perfección, por lo tanto el valor de la nota no es escucharla perfecta, sino que te llegue su función en la melodía o la armonía. Ellos crean texturas y dibujan la melodía a través de la velocidad y sus golpes de arco fuera de la cuerda, como el ricochet, spicatto y el stacatto volante.

También los pizzicatos con la mano derecha o con las dos manos y, que aparece en el vídeo de Roby Lakatos, es el uso expandido del violín punteando las cuerdas como una guitarra.

A parte, he de mencionar lo relajado que están su cuerpo y sus manos, lo que les permite la flexibilidad para conseguir llegar a toda parte del violín muy rápido sin cansarse demasiado. Lo mismo con las zonas del arco. Esto es el punto fuerte del virtuosismo en toda regla que, a parte de que son violinistas laxos, cuesta replicar en obras basadas en su técnica y recursos estilísticos. Por ejemplo Zigeunerweisen o Aires Gitanos de Pablo Sarasate condensa varias de los que he mencionado. Fue una obra importante para la rememoración de estos violinistas de la música zíngara.

No solo Sarasate admiró los violinistas gitanos, Jasha Heifetz declaró a Grigoras Dinicu (1889-1949) el mejor violinista del mundo, y Yehudi Menuhin acudió siempre que pudo al club de Bruselas donde actuó durante años su admirado Roby Lakatos (1965).

Entrevista con el artista de Bösendorfer Frantisek Janoska en el salón Bösendorfer – Vienna Symphonic Library

Finalmente me gustaría condensar un mensaje que me gustó; cuando recién empezaba a investigar sobre la causa de este análisis, del pianista eslovaco Frantisek Janoska del Ensemble Janoska plantea sus conceptos sobre la música que interpreta en una entrevista que concede cuando forma parte de los artistas de «Bösendorfer». Además tocó con Roby Lakatos para la Radio Nacional ABC (1) (2).

Estos son: «confianza» por la relación con su instrumento como un socio que conoce muy bien y que le da la libertad y seguridad no solo por la parte técnica sino también por el espíritu de la música que le permite tocar lo que quiera. «Belleza» para la adición de la improvisación como recurso embellecedor de cualquier obra y estilo. Por último, «inspiración» para la creación de música nueva. A parte, también toca entre discurso dando peso a sus palabras, con las que me quedo para entender la posibilidad de que se pueda tocar la música de esta manera tan libre y tan laxa, fresca, ecléctica con tantos estilos mezclados y capaz de sorprender y emocionar a cualquiera.


(1) https://www.youtube.com/watch?v=SF7Rc7X3D9c&ab_channel=ABCArts

(2) https://www.youtube.com/watch?v=NFRscTuCFz8&ab_channel=ABCArts


BIBLIOGRAFÍA:

  • Fernández Larrinoa, Rafael. Dossier «La Música Zíngara». 54 ı Audio Clásica

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