Los Bakshy, herederos de la tradición bárdica de Turkmenistán

Más allá del Mediterráneo: canciones que vienen del Este

Cuando hablamos de las músicas propias del área cultural mediterránea solemos referirnos a las músicas de aquellos lugares que se encuentran bañados por este mar. Es evidente que, gracias al intercambio cultural derivado de la fácil navegabilidad del Mediterráneo, muchas de las manifestaciones culturales (entre ellas, las musicales) que tienen lugar en las ciudades de una y otra orilla comparten elementos en común [1], pero también lo es el hecho de que cada región da cuenta de sus propias especificidades, que resultan de los procesos experimentados dentro de cada estado-nación (cada uno de los cuales suele implicar, culturalmente hablando, una síntesis propia de elementos anteriores). Curiosamente, sin embargo, obviamos a menudo, y especialmente cuando pensamos en las músicas vinculadas a su orilla suroeste, el hecho de que muchas de las músicas que hoy forman parte de este caldo cultural que es la zona mediterránea surgen de herencias cuyo rastro proviene, a menudo, de territorios que el Mediterráneo está lejos de bañar.

Mapa político de la actual República de Turkmenistan y los Estados colindantes. URL de la fuente: http://www.geographicguide.com/pictures/maps/map-turkmenistan.jpg

La encrucijada cultural que representa la actual Turquía es un ejemplo representativo de ello: muchas de las manifestaciones musicales que aloja son el resultado de costumbres y tradiciones que provienen precisamente del continente asiático, en dirección opuesta al Mediterráneo: movilizaciones e intercambios culturales en este caso terrestres, que han sido un eslabón fundamental para las tradiciones musicales modernas mediterráneas. 

En este caso, llevaremos la mirada a la tradición musical turcomana, específicamente a la que se lleva a cabo en Turkmenistán, cuyo protagonista principal recibe el nombre de Bakshy[2]. 

Turkmenistan hasta hoy

La actual República de Turkmenistán surge de la disolución del bloque soviético, aunque las raíces étnicas del territorio, las sociedades nómadas que recibían el nombre de Oghuz, se consideran los antecesores directos de los turcos. Los Oghuz no solo habrían habitado un amplio territorio que, además de Turkmenistán, incluye amplias zonas de las actuales Irán y Afganistán, sino que se expandieron a lo largo y ancho de Asia Central. El territorio, atravesado de cabo a rabo por la ruta de la seda, destacaba también por su aridez; ambos factores propicios para atraer invasiones, como las que protagonizaron sucesivamente los mongoles, los persas y, entre los siglos VII y VIII d.C, los árabes[3]. Como resultado del encuentro con el mundo árabe, una parte creciente de la sociedad turcomana acogería el Islam; sin embargo en el siglo X y, de nuevo, en el XIII, habría dos nuevas oleadas de invasiones, encabezadas por varios grupos túrquicos (respectivamente, los Seljuq y los Oghuz), provenientes de Asia Central, que continuaron ampliando el ya de por sí nutrido abanico identitario de la región. De los Oghuz, particularmente, se dice: 

«Due to their success at unifying many of the Turkic tribes, their impact had a seminal influence on the ethnicity and culture characterizing the region, and today the Oghuz people are now viewed as the most direct source for the proper and original Turkmen tradition»[4].

Aunque hoy día una amplia mayoría de la población turcomana se declara practicante del islamismo sunita, sus formas musicales tradicionales tienen su raíz, precisamente, en estos grupos étnicos preislámicos.

La anexión de este territorio por el Imperio ruso, en 1881, introdujo a la convivencia entre las religiones preislámicas de tipo chamánico y el Islam otra religión más: en este caso se trató del cristianismo ortodoxo, con la particularidad de que, además, se intentaron prohibir las prácticas ajenas a la religión del Imperio. 

En 1924 Turkmenistán pasaría, tras la guerra civil rusa, a ser una república constituyente de la Unión Soviética; el cambio político supuso muchos movimientos a nivel socioestructural, ya que se intentó reorganizar a una población históricamente nómada para adaptarse a un modelo de vida sedentario, pero también a nivel simbólico en tanto que, como moderno estado socialista, buscaba generar entre sus habitantes un sentimiento de pertenencia identitaria basada en un territorio fijo y una lengua común. Aunque todavía hoy sobreviven, especialmente en las áreas rurales, tradiciones vinculadas a la herencia nomádica (la cría de caballos, el rapto de esposas, la dote), la modernización soviética tendría consecuencias en gran medida irreversibles. En 1991, tras la disolución de la Unión Soviética y la declaración de independencia de Turkmenistán, asumiría el mando del país Saparmyrat Nyýazow, autoproclamado Presidente Vitalicio. De su controvertido mandato, calificado por muchos de totalitario, destaca una política nacionalista de turkmenización que pretendía reforzar con activas políticas de discriminación étnica el vacío identitario que dejaba el fin del proyecto soviético. Tras la muerte de Nyýazow, en 2006, tuvieron lugar las elecciones que han desembocado en la actual república turkmena. Pese a todos estos cambios de régimen y de los cruces raciales y étnicos que conllevan, es habitual que los actuales residentes de Turkmenistán, Afganistán e Irán sigan considerándose descendientes de los túrquicos Oghuz: muestra de ello es el amplio porcentaje de estas poblaciones que conoce el turcomano (o turkmeno), la lengua turcomana cuyo origen se remonta a épocas preislámicas.

Así es como llegamos, finalmente, al tema que nos ocupa, la música turcomana de Turkmenistán: compleja síntesis de varias tradiciones, moldeada por una cultura nómada y por creencias chamánicas que prevalecían antes del advenimiento del Islam, en el siglo VII a.C., esta música está íntimamente relacionada con la actividad de los Bakhsy, trovadores itinerantes a los que se atribuyen cualidades chamánicas. Los bakhsy eran figuras importantes dentro de la sociedad, y se les que tenía en alta estima; tanto así que su tradición, estrechamente relacionada con otras tradiciones bárdicas como la de los Ashik, sigue hoy por hoy vigente en Turkmenistán [5] y en otros países de Asia Central, donde reciben otras denominaciones.

Bakshy: bardo, chamán, fuente de memoria

La etimología de la palabra Bakshy da cuenta de la movilidad del término, tanto en el territorio como en el tiempo. La discusión acerca de su procedencia sigue sin resolver: unas teorías indican que Bakshy proviene del chino Boshi (‘profesor’, ‘maestro’: en su contexto original, aquel que enseñaba la religión budista); mientras que otras sugieren que deriva del turco antiguo bakman, (‘mirar con cuidado’, ‘investigar’, ‘mirar el futuro desde el agua’); otras aún advierten que, en Uzbekistán, las palabras bokim, bokmon, bakman hacen referencia a un ritual de curación o bendición chamánica. Finalmente, y por no hacer la lista más larga, en Kazajstán existe la palabra bagsy, que significa ‘adivino’, ‘chamán’, ‘médico’, ‘brujo’[6]. Estas especulaciones etimológicas son importantes en la medida que dan cuenta de las múltiples características y atribuciones que pudieron tener los bakshy, que en la traducción moderna del término (bardo inspirado, trovador, poeta, músico) resultan indetectables.

La imagen del chamán-bakshy ha sobrevivido en mitos y leyendas, principalmente en cuentos turcomanos conocidos como dessan. En un dessan (o dastan en iraní), el bakshy es un hombre con poderes mágicos, conocedor de la música y de las historias de sus antepasados que tiene la posibilidad de sanar a otros. Su modelo mitológico es Korkut, un personaje de la famosa leyenda de Oghuz llamada Görkut atanyng kitaby “The book of Dede Korkut”, un relato poético de los antepasados de los turcomanos.  Korkut es un chamán, adivino, y sabio y además un cantante y poeta. El toca el qobuz (laúd inclinado) o una domba (laúd tocado con plectro de dos cuerdas) para acompañar sus canciones elogiando las hazañas de los jefes de las tribus. 

Los Bakshy en la actualidad son hombres que suelen ser iniciados en esta práctica a través de un sueño en el que algún antepasado Bakshy les anuncia que están preparados para desempeñar esta actividad. En aquel momento, el iniciado deja de ser un humano corriente; tiene desde entonces el don de la poesía y la música, a través de las cuales es capaz de arrastrar a quienes lo escuchan a un «viaje mágico». La iniciación nunca es un evento espontáneo y requiere muchos años de refinamiento espiritual por parte del candidato, que además de aprender los dessan y el cómo tocar el instrumento con el que se acompaña, debe saber improvisar sobre las historias que ya están escritas.

Las interpretaciones hechas por los bakshy están principalmente conectadas con ritos de paso, aunque también es común que canten en eventos más mundanos, entre los cuales diferentes tipos de celebraciones sociales: cumpleaños de un hijo,  circuncisión, la primera vez en que se cortan el cabello, bodas… 

Una mirada hacia el mediterráneo

Turquía posee una ubicación estratégica que conecta a Europa con Asia. Si bien es cierto que la mayoría de los habitantes allí son el resultado del mestizaje producto de las constantes invasiones e intercambios demográficos, tanto con comunidades asiáticas como europeas, aún continúan muy arraigadas la creencia y el reconocimiento de que sus antepasados provienen de Asia central, específicamente de ese espacio territorial que hoy en día se llama Turkmenistán. También se considera que el nido común de las culturas túrquicas son los turcomanos. La literatura turca de los Turcos Oguz por ejemplo, incluye  el Oguznama y las epopeyas de Köroğlu que son la parte de la historia de la literatura de los azerbaiyanos, los turcos de Turquía y turcomanos.

A pesar de ello, es difícil establecer qué prácticas musicales actuales presentan un eco evidente e irrefutable de estas raíces. Si se intentara esforzar esta mirada, se podría hablar sobre la música proveniente del grupo étnicorreligioso islámico heteroxo Aleví, que —al igual que los Bakshys— poseen una práctica musical vocal en la que el intérprete canta canciones sobre lo cotidiano, los grandes héroes y sobre temas místicos que buscan llevar al oyente a la iluminación. El cantante, que también es considerado un «bardo inspirado» formado en este arte, se acompaña de un instrumento, denominado baglama, bastante similar al dutar, el que utilizan los bakshys en Turkmenistán.

Posiblemente, buscar esos ecos de los rastros ancestrales turcomanos no es tan evidente en las formas musicales como en los tipos de timbres de las voces y los instrumentos que los interpretan, así como en las formas melódicas de las escalas empleadas para cantar o su trasfondo chamánico, aun cuando no sea el mismo que se practica en Turkmenistán.  La música viaja con las personas y, como ellas mismas, fluctúa con los cambios de territorio; unas veces asienta con este movimiento una raíz lejana, y otras veces se desdibuja para dejar espacio a otras músicas, dando origen a una nueva práctica cultural musical. Chambers lo expresaba con la lucidez y profundidad poética que le caracteriza de esta manera:

Considerar la música como memoria es entender la naturaleza física y psíquica de la repetición: de cómo, según Freud, «recordar» está relacionado con la repetición. La música, como lenguaje de la repetición, propone continuamente este juego entre la repetición y reconstrucción del pasado. Apoyada por el sonido, la música llena los huecos de la memoria, estimulando una invasión temporal de sus resistencias y del cuerpo que la sostiene. Puede ser que la repetición no sea el momento de recordar lo que se ha olvidado sino la manifestación del acto del olvido en sí mismo.

Laura María Sinisterra Ojeda

[1] CHAMBERS, IAN (2008). Músicas, mapas y una modernidad interrumpida. Istituto Universitario Orientale di Napoli.
[2] The Concise Garland Encyclopedia of World Music, Volumen 2. The Music of Turkmenistan. Pág. 904
[3] http://www.maysuninc.com/Articles/Music-of-Turkmenistan.pdf
[4] Son palabras que Graham Flett escribió en 2001 en un artículo sobre el dutar en la música turcomana. Él mismo cita entre líneas un artículo de Żerańska-Kominek publicado en 1998 bajo el título «The Concept of Journey (Ұol) in Turkmen Music Tradition».
[5] Idem
[6] ZERANSKA-KOMINEK, Slawomira (1998), The Concept of Journey (yol) in Turkmen Music Tradition, pág. 267

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